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domingo, 10 de abril de 2011

Opinión: artículo

Los videojuegos: ¿amigos o enemigos?

Uno de los grandes mitos sobre los videojuegos es que generan violencia real. Se dice que los niños, son más vulnerables a los estímulos audiovisuales que los adultos, y por ello podrían imitar los comportamientos que ven en los juegos.
Existe una creencia generalizada de que los niños acabarán transformándose en jóvenes violentos debido a esta supuesta influencia perjudicial, llegando incluso a relacionarlos con el acoso escolar.

¿Y que pruebas hay de que los videojuegos conviertan a los niños en futuros delincuentes a largo plazo? El caso es que fehacientes, ninguna.
¿Entonces porqué se les da tanta relevancia? Se acusa al sentido común, pero como decía Freedman, psicólogo de la Universidad de Toronto, el sentido común también nos hacía pensar que el mundo era plano, que el sol giraba alrededor de la tierra y que el hombre era intelectualmente superior a la mujer. Por lo que es necesario comprobar científicamente si las acusaciones que pesan sobre los juegos violentos son fundadas.

El doctor español Juan Alberto Estallo Martí , ha analizado los efectos de los videojuegos desde hace tiempo, publicando sus resultados en su página web; demuestra que el uso de estos no provoca ningún cambio de conducta física ni mental, no influye ni deriva a ningún cambio de hábitos ni de patrón de personalidad.
Como revela este estudio, los jugadores no somos una raza aparte, solo tenemos una afición que otros no tienen, ni más ni menos. Por si la conclusión de un solo experto no era suficiente, tiempo después se han realizado otros estudios similares.
La investigación más reciente la ha realizado la Universidad de Swinburne en Sidney, Australia. Se analizó la conducta de unos 120 niños, de entre once y quince años, jugando al videojuego Quake II durante 20 minutos. El estudio confirmó que la agresividad sólo se vio incrementada en aquellos niños que tenían una personalidad agresiva. En los demás, el videojuego no generó efecto alguno.

¿Y porqué después de estos estudios se sigue acusando a los videojuegos de hechos violentos en la vida real? Es cuestión de términos, no es lo mismo casualidad y correlación; que un joven asesine a su familia con una katana y casualmente a alguien le recuerde físicamente a un personaje de un videojuego no indica que este correlacionado el videojuego con el asesinato, como ocurrió con el famosos en nuestro país, “asesino de la katana”.
Tampoco es lo mismo efectos a corto plazo y efectos a largo plazo. Los efectos provocados por los juegos violentos son siempre a corto plazo, normalmente se relacionan con la emoción o frustración durante el juego o inmediatamente después. Todos los jugadores nos hemos enfadado alguna vez por haber perdido en un videojuego (o nos hemos sentido pletóricos al ganar), pero la sensación es momentánea y no tiene consecuencias a medio o largo plazo. Este tipo de sensaciones son similares a las que sufren los aficionados al fútbol cuando pierde o gana su equipo.

Hasta ahora ningún estudio ha sido capaz de demostrar fehacientemente que los videojuegos generen violencia en la vida real; con todo esto no quiero decir que dejen a su hijo de cinco años jugar a Manhunt (o cualquier otro juego que pueda herir su sensibilidad), pero si la clasificación del sistema PEGI a la hora de clasificar los videojuegos según la edad, tuviera un error, no hace falta que cunda el pánico, su hijo no se convertirá en un asesino por ello.
No defendamos una legislación que compare los videojuegos con el alcohol, el tabaco o las armas de fuego. Apelo a la responsabilidad de los padres, sigan las indicaciones del sistema PEGI e infórmense un poco si les preocupa, es posible que PEGI no sea perfecto, pero su fiabilidad ronda el 98%. Si de todas formas no se sienten convencidos, observen a su hijo mientras juega, o ¿por qué no? jueguen ustedes mismos. Que los videojuegos sean una barrera o un vínculo de unión entre generaciones, como ocurre con el fútbol, dependerá de ello.


Raquel Díaz H.

Opinión: Columna

Jugando con la sociedad

Los niños son excelentes imitadores, incluso durante los primeros meses de vida. Aprenden a comer, vestirse, e interactúan con los demás, gracias a que sus padres y otras personas constantemente les muestran como se hacen esas cosas. Como los niños imitan permanentemente a la gente que los rodea, es lógico que también imiten a las personas que ven en la televisión o en el cine.
Cuarenta años de investigación han llegado a la conclusión de que la exposición repetida a niveles altos de violencia en los medios de comunicación y videojuegos les enseña a algunos niños y adolescentes a resolver los conflictos interpersonales con violencia, y, a muchos otros, a ser diferentes a esa solución. Puede que la televisión o cualquier medio de comunicación y entretenimiento como puede ser el cine o las consolas les entretenga y emitan contenidos aptos para ellos, pero es que ahora cada vez más se ve en la programación programas en los que los niños pueden estar delante de la tele que ellos no moverán un dedo, ya que dicen son los padres los que tienen que hacer que el niño no la vea, pero no me parece correcto decirlo ya que el motivo por el que no se hace nada es bien distinto, es por el propio interés de la cadena, del medio. En el caso de las consolas es similar, pues las empresas sólo sacan juegos demandados, y que son en efecto, de violencia provocada con anterioridad y que lleva en muchos casos a la perdida de la noción del tiempo, al encarcelamiento en casa y al derroche de muchos de sus ahorros, lo que hace que deban conseguirlos de otro modo menos legal para poder seguir manteniendo ese ritmo.
Pero la gran culpa se la llevan los programas de televisión, por donde empieza todo. Los dibujos ahora son más agresivos que antes, además de cuando ya los eran, y puede que sea por la demanda de dicho contenido, pero debemos tener la responsabilidad de filtrar lo que ven nuestros hijos. Y esto es bastante preocupante, no sólo por el hecho de que puedan ir pegándose por la calle y solucionando como he mencionado antes los conflictos con mala leche, es que les marcará para siempre y ya no sabrán hacer algo diferente. Las palabras no bastarán, el razonamiento tampoco será válido y puede que, generaciones tras generaciones de este consumo de violencia en los niños acabe por aumentar el crimen en la sociedad. Son muchos los que trasladan estos videojuegos a la calle, ya sea mediante el airsoft por ejemplo o con rol en vivo, en los cuales la violencia y el acabar con el contrario a base de ella es el objetivo principal. Actualmente no existe diferencia entre géneros ante el consumo de estos productos, y aunque existan muchos hombres jóvenes entre barrotes, es la juventud de ambos sexos la que comete más delitos. Pero para que esto tenga solución y el efecto deseado, los creadores y desarrolladores, los que emiten estos contenidos tendrían que concienciarse de todo ello y preocuparse un poco del futuro de la sociedad, olvidándose por un momento en los ingresos y lo feliz y ricos que se harán todos a costa de los demás, gracias al segmento más joven, al futuro de la humanidad.

Eduardo García.

Opinión: Columna

El eterno debate

La violencia en los videojuegos y sus consecuencias en los jóvenes es el eterno tema de discusión. Los estudios no dejan de plantearse desde diferentes perspectivas, como la que plantean desde la Universidad de Saint Leo, en Florida y que sostiene que si un niño o un adolescente pasa menos de 10 minutos ante un videojuego violento y posteriormente realiza un test de humor se calificará a sí mismo con rasgos agresivos y acciones agresivas poco después de jugar.
Es realmente fácil culpar a los creadores de tales videojuegos y a la falta de límites que se ponen sobre ellos, ya que las nuevas normas establecidas en la Unión Europea como el PEGI no son especialmente eficientes, pero si realmente a las personas con hijos a su cargo les preocupase el asunto se pondrían manos a la obra y acabarían por restringirles el uso de los videojuegos violentos.
Ante esta situación me pregunto: ¿Por qué los padres o tutores legales de estos jóvenes no se preocupan más por este tema y les siguen dejando jugar a este tipo de videojuegos? O lo que realmente es más importante, si sus hijos tienen comportamientos violentos ¿por qué no van a un especialista para que les traten?
Sin lugar a dudas esta cuestión no se va a solucionar por mucho debate que se haga sobre si es cierto que los videojuegos incitan a la violencia o no, pero lo que sí es cierto es que los adolescentes de hoy cada día tienen más fácil el acceso a elementos que les muestran la violencia y si no se muestra un nivel de preocupación por ellos adecuado, ¿qué les espera en el futuro?, ¿nos parecerá comprensible que en los juegos infantiles se simulen situaciones violentas y nos reiremos impasibles ante ellos?
Señores, los más pequeños se nutren de lo que ven, hagan el favor de prestar atención a lo que les enseñan a sus hijos.


María Dávila

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